jueves, 19 de marzo de 2015

Capítulo 3

La directora tarda dos minutos escasos en llegar a nosotros. Intenta pitar con su silbato, pero no le funciona.
Alguna gente del público está agarrando a Andrés y a Juan para que no se peleen.
La directora me mira y me dice:
-Ve yendo a mi despacho.
Voy yendo a la vez que miro hacia atrás, contemplando la escena. Andrés y Juan están sujetos por las firmes manos de la directora, vienen hacia aquí.
Sigo andando hasta que llego al despacho de la directora. Abro la puerta pedir permiso. Da igual, está vacío.
Entro, y cuando llegan, me siento.
-¡Pero que os pensáis! -empezó a reñir la directora- Esto es un colegio. En este colegio trabaja gente, y esa gente se merece respeto. Vais a iros a la sala de espera -señala una de las puertas abiertas- mientras que os voy a ir haciendo algunas preguntas por separado. ¡Juan Míguez! Usted es el primero.
Andrés y yo nos dirigimos a la sala de espera.
-Gema, ya sé que estarás muy preocupada, pero a ti no te pasará nada. A mí... ya veremos. -Me dice Andrés- Tú limítate a contar tu verdadera versión de los hechos.
-Déjame -le digo. Odio que me traten como a una princesita en busca de su príncipe azul. Como si no supiera defenderme.
Somos interrumpidos por la directora.
-Gema Pan Pérez, es la siguiente.
Avanzo con miedo hacia ella, que cierra la puerta tras mí.
-¿Que sucedió en la pelea? -me dice.
Le cuento todo con pelos y señales, y cuando acabo, continúa con el interrogatorio.
-Comprendo que tú no eres culpable, pero los otros dos sí. Juan ha estado faltando muchas veces a clase junto a su prima, y cuando viene tiene un pésimo comportamiento. Creemos que podría estar metido en drogas. ¿Tú sabes algo sobre ese tema?
-¿Por qué creéis eso? -le pregunto confusa.
-Eso no es asunto tuyo.
-Es asunto mío si ese chico ha pegado así a mí hermano y también a mí -le respondo con furia.
-Yo decidiré lo que es asunto tuyo y lo que no, porque...
-¿Cómo has dicho? -le interrumpo. Ni siquiera sé que estoy diciendo, pero creo que merezco un poco de respeto aquí-. Eres la directora de este centro, no eres mi madre. No me lo digas si quieres, pero tú no decides lo que es mi asunto y lo que no.
-Vete a tu clase. Tienes un parte de comportamiento.
Cuando entro en clase, todos empiezan a bombardearme con preguntas de todo tipo.
-¡Silencio! -Gritó el profesor de francés- Callaos ya. Y tú, no digas nada sobre la pelea.
El resto de la clase discurre en silencio, al menos hasta que Germán, el conserje, peta a la puerta y pide a Samuel, el mejor amigo de Juan, que baje a secretaría.
Estamos todos muy nerviosos durante la clase, al fin y al cabo, este tipo de acontecimientos no suceden todos los días. Cuando solo faltan cinco minutos para que acabe la clase, Samuel peta a la puerta y entra en clase con una cara de preocupación, miedo, tristeza y enfado. Todo mezclado.
En cuanto el profesor de francés se va, justo antes de que llegue el de gallego, empiezan a preguntarnos a Samuel y a mí qué nos habían dicho en el despacho de la directora. Ninguno de los dos dice nada. Cuando al fin nos dejaron de molestar, les conté todo a Paula y a Hugo, que me escucharon muy atentamente.
Ahora toca naturales. Oh, oh. La pobre fijo que se encontrará fatal. No solo porque se ha caído, sino porque se morirá de vergüenza. Un alumno se ha resistido a ella y le ha tirado al suelo.
Pero diez minutos después, la profesora aun no ha llegado.
-Bien, creo que debemos ir a avisar a alguien -empieza a decir Miguel, el delegado de clase-, parece que la profesora no va a...
Es interrumpido por Juan, que abre la puerta de golpe y se sienta en su pupitre sin mirar a los ojos a nadie, con cara de chico duro.
La profesora de naturales al fin llega, y entonces Samuel estalla, con las lágrimas en los ojos, levantándose del pupitre.
-¡Esto es por tu culpa! Sé que tú le has dicho a la directora que Juan y yo consumimos drogas, pero no es verdad. Ya te las verás mañana con mis padres.

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Att: Brianna Maio.

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